Mirabel (Encanto)
En un pequeño pueblo, en medio de una región montañosa, había una vela resplandeciente que nunca se apagaba.
PRINCESAS


Mirabel (Encanto)
Cuento infantil para leer antes de dormir
En un pequeño pueblo, en medio de una región montañosa, había una vela resplandeciente que nunca se apagaba. Su magia era tan poderosa que hizo que surgiera un lugar lleno de maravillas... ¡un encanto!
La familia Madrigal vivía allí en una casa que llamaban la casita.
Todos los miembros de la familia Madrigal tenían dones especiales:
Julieta podía curar a las personas con su comida.
Luisa tenía una fuerza sobrehumana.
Isabela podía hacer crecer las flores.
Antonio se comunicaba con los animales.
Y Bruno podía ver el futuro.
Pero nadie hablaba de Bruno. Él había desaparecido hace muchos años.
Cuando Mirabel tenía cinco años, pudo usar su vestido especial de fiesta. Ella y su Abuela estaban muy emocionadas por descubrir qué don tendría.
Pero cuando Mirabel tocó la manija incandescente de su puerta... ¡la magia desapareció!
Ella era la única Madrigal que no tenía ningún don. Eso la hizo sentir que no era tan especial como los demás.
Un día, cuando Mirabel tenía 15 años, la casita empezó a agrietarse... y a temblar.
— ¡La casa está en peligro! — gritó Mirabel.
De repente, tuvo una idea: si descubría la causa de las grietas, podría arreglarlas y demostrar que era especial.
Mirabel siguió las grietas hasta llegar a la vela mágica. Su hermana Luisa le contó que Bruno se había ido de Encanto por una visión que había tenido sobre el futuro. ¿Tendría algo que ver con las grietas?
Mirabel estaba decidida a encontrar la cueva de las visiones de Bruno.
Después de subir muchos escalones, finalmente entró en su cuarto. Allí encontró pedazos rotos de sus predicciones.
Mirabel armó todos los pedazos y el rompecabezas mostró una casita destruida, y en medio, a Mirabel.
¿Qué significaría eso?
Mientras tanto, más grietas se esparcían por toda la casa. Mirabel se estaba quedando sin tiempo.
Descubrió un pasaje secreto dentro de las paredes y allí encontró a Bruno, que había estado viviendo ahí todo el tiempo.
Mirabel le pidió a Bruno que viera el futuro. Ella creía que eso podría ayudar a detener las grietas y restaurar la magia de la casita.
De la mano, vieron una casita maldita, a la familia perseguida por las grietas, y a Mirabel en medio de todo ese caos.
Entonces… apareció una figura resplandeciente… era Isabela.
— Abrázala y podrás ver el camino — dijo Bruno.
Mirabel pensaba que Isabela era insoportablemente perfecta. Pero Isabela le confesó que toda su vida había sentido que nunca podía ser lo suficientemente perfecta para la Abuela.
En ese momento, la llama de la vela brilló más fuerte.
Abuela Alma estaba molesta por todo el lío causado por Mirabel. Le dijo que la magia empezó a morir el día que Mirabel no recibió un don.
Mirabel tuvo una revelación: la magia moría porque nadie en la familia se sentía suficiente para la Abuela.
Grandes grietas aparecieron por todas partes. La vela estaba casi derretida. Los miembros de la familia corrían para salvar la vela, pero sus poderes también desaparecían. En su último esfuerzo, la casita logró poner a Mirabel a salvo.
Entonces ¡puff! La vela se apagó. Toda la magia de la casita desapareció.
La casita era ahora un montón de escombros y polvo. Todo Encanto tembló. Todo se volvió un caos.
Sintiendo que había fallado, Mirabel huyó.
Caminó por las montañas. Cerca de la orilla del río, la Abuela la encontró. Ese era el mismo lugar donde Encanto había nacido, y donde Abuelo Pedro, el esposo de Abuela, se había perdido.
Abuela le contó a Mirabel sobre esa noche hace mucho tiempo, y cómo había rezado por un milagro. La llama brillante de la vela hizo que los hombres malos retrocedieran, protegiéndola a ella y a sus trillizos.
Perder a Abuelo rompió algo dentro de Abuela, algo que ninguna llama mágica podría reparar.
Desde ese día, Abuela pensó que si la familia era fuerte y trabajaba mucho, podría protegerlos. Ahora comprendía que su corazón roto la había hecho vivir con miedo.
— Recibimos un milagro por tu culpa — le dijo Mirabel a Abuela.
Eso hizo que Abuela se sintiera mejor.
— Mi vida, tú eres un milagro — le dijo a su nieta.
Bruno llegó al río. Abuela lo abrazó.
— Siento que perdí algo importante — dijo.
— Ven aquí — dijo Mirabel, y los tres caminaron hacia la casa.
Nadie podía creer lo que veían: ¡Abuela caminaba orgullosa junto a Mirabel y Bruno! Todos entendieron que lo que realmente los hacía especiales no eran sus poderes, sino el lazo que unía a la familia: el amor que había entre ellos.
Trabajaron juntos para reconstruir la casita. Solo faltaba una última pieza: la manija. En el momento en que Mirabel la puso, la casita cobró vida y la magia de Encanto volvió.
Los dones de la familia funcionaban otra vez.
Por fin, Mirabel sintió su propio valor y el amor de su familia.
Y ese día, todos entendieron que el verdadero milagro siempre estuvo dentro de cada uno: el valor de ser quienes son, el perdón que une y el amor que transforma.
Mirabel, aunque sin dones mágicos, se convirtió en la guardiana del corazón de la familia.
Y así, los Madrigal vivieron felices, en armonía, con su casita llena de color, risas y amor.
🌙 ¿Te gustó la historia? Descubre otras aventuras mágicas en nuestro blog y haz que la hora de dormir sea aún más especial. ¡Buenas noches y dulces sueños!