Fiesta en el Cielo

Había una vez, en un bosque lleno de colores y cantos, un alboroto alegre se apoderó de los animales

CLÁSICOS

Fiesta en el Cielo

Cuento infantil para leer antes de dormir

Había una vez, en un bosque lleno de colores y cantos, un alboroto alegre se apoderó de los animales: ¡iba a haber una gran fiesta en el cielo! Solo los animales que podían volar estaban invitados, y todos estaban muy emocionados.

El loro practicaba sus canciones, la guacamaya preparaba sus plumas más brillantes, y el buitre —el más viejo— organizaba todo con mucha seriedad.

Pero había un animal muy triste: la tortuguita, que no tenía alas.

—¡Ay, cómo me gustaría ir a esa fiesta! —suspiró la tortuga mientras veía a los pajaritos volar llenos de alegría.

Entonces tuvo una idea muy traviesa. Corrió a casa del buitre y le dijo:

—¿Puedo ayudarte con la guitarra? ¡Llévala con mucho cuidado al cielo!

El buitre aceptó, y allá fue la tortuga, escondida dentro de la guitarra, bien calladita.

Cuando llegó el momento, el buitre batió sus alas y voló, cargando la guitarra pesada. ¡Ni imaginaba que la tortuga estaba dentro, sujetándose fuerte para no caerse!

Allá arriba, en el cielo, la fiesta era maravillosa. Había música, frutas, bailes entre las nubes… ¡todo muy bonito!

Cuando nadie la veía, la tortuga saltó fuera de la guitarra y se mezcló con los demás, bailando y brincando al ritmo de la alegría. ¡Estaba tan feliz que se olvidó de que estaba escondida!

Pero en medio de tanta emoción, la tortuga resbaló y… ¡plaf! Cayó justo en medio de la pista. Todos los pajaritos dejaron de bailar.

—¿Qué hace una tortuga aquí? —preguntaron.

Avergonzada, la tortuguita explicó:

—Solo quería bailar un ratito también…

Los pájaros se enojaron porque ella no había sido invitada. El buitre se enojó aún más por haber sido engañado.

—¡Ahora tendrás que regresar sola! —le dijeron.

Y así, la tortuga miró hacia abajo y vio que estaba muuuy alto. Respiró hondo, infló el pecho y… ¡saltó!

Pero antes de caer al suelo, vio un árbol con hojas bien anchas y apuntó con cuidado. ¡PUM! Cayó sobre las hojas, rebotó hasta el suelo… medio mareada, pero sana y salva.

Desde entonces, dicen que por eso el caparazón de la tortuga es un poco achatado —¡por la gran caída después de la fiesta en el cielo!

Y aprendió una lección muy importante: ser astuto puede ser divertido, pero el respeto y la amistad valen mucho más.

🌙 ¡Buenas noches, pequeño lector! Sigue explorando otros cuentos encantadores aquí en el blog y haz de cada noche una nueva aventura mágica.