Blanca Nieves y los Siete Enanitos

Historia infantil para leer a la hora de dormir

Érase una vez, en un reino muy lejano, una princesita llamada Blanca Nieves. Tenía la piel tan blanca como la nieve, el cabello negro como el cielo de la noche y un corazón bondadoso que encantaba a todos a su alrededor.

La madrastra de Blanca Nieves, la reina mala, era muy vanidosa y tenía un espejo mágico que hablaba. Todos los días preguntaba: “Espejo, espejo mágico, ¿quién es la más bella del reino?” Un día, el espejo respondió: “Sí, reina. Blanca Nieves es más bella que tú.”

Llena de envidia, la reina se enfureció y mandó a Blanca Nieves al bosque, esperando que se perdiera para siempre. Pero la niña era fuerte y valiente. Caminó entre árboles altos hasta encontrar una casita escondida entre las flores.

Curiosa, Blanca Nieves entró en la casa. Todo era pequeñito: las sillas, las camas y hasta las ollas. Arregló todo con cariño y, cansada de la caminata, se quedó dormida. Pronto, siete enanitos llegaron del trabajo en la mina y se sorprendieron al ver a una niña durmiendo en su casa.

Cuando Blanca Nieves despertó, los enanitos sonrieron. Sus nombres eran: Tontín, Gruñón, Feliz, Dormilón, Sabio, Mocoso y Mudito. La recibieron con alegría y empezaron a vivir juntos como una familia feliz.

Pero la reina mala descubrió que Blanca Nieves seguía viva y se enojó mucho. Disfrazada de viejecita, preparó una manzana roja envenenada y fue al bosque. Blanca Nieves, siendo amable, aceptó la fruta sin saber el peligro.

Al dar la primera mordida, Blanca Nieves cayó en un sueño profundo. Los enanitos se entristecieron mucho y la pusieron en una cama de cristal en el bosque. Un día, apareció un príncipe, encantado por la bondad de la joven. Le dio un beso de amor verdadero, y Blanca Nieves despertó.

Todos celebraron con alegría. Blanca Nieves se despidió de los enanitos con muchos abrazos y se fue a vivir al castillo con el príncipe, donde repartió bondad y felicidad por todo el reino.

Y así, Blanca Nieves, los siete enanitos y el príncipe vivieron felices para siempre.

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